Cróniquitas que no quitan, sólo se alimentan de decires
Es domingo 17 de mayo de 2015,
está deviniendo la tarde en la húmeda y gris ciudad de Santa Fe, me siento a
escribir en el patio matero de la feria de economía social y solidaria por el
Día Internacional de Comercio Justo, y en mesa redonda entre talleristas y
gestores provinciales, el mate va y a veces viene y una bolsa de naranjas de
Malabrigo decora el centro.
Emprendedores, cooperativistas e
individualistas ya están detrás de sus tablones, exponiendo producciones,
contando experiencias algunxs o especificando recorridos productivos otros. Son
de toda la provincia de Santa Fe, hasta el pueblito menos nombrado en las
metrópolis del ruido está presente. La previa fue de talleres, y más previa de
almuerzo colectivo. Amelie y yo fuimos facilitadoras de un taller, invitamos a
los emprendedores a dialogar, identificar y hacer visibles las dimensiones, las
variables, las piezas de rompecabezas que forman el sostén de un emprendimiento
en el hoy complejo. Sin recetas ni marcos de rompecabezas inventamos el cómo
sostener un emprendimiento en esta economía cotidiana igual de inventada que
todas las economías del mundo. Y nadie dijo que sería simple.
Son casi las 5 de la tarde, se
habilitan los espacios de producción en vivo y los visitantes se agolpan en los
corredores de la feria, “hay un montón de gente, me da tanta felicidad. Y
aquellos que no prenden el monitor, como les cuesta gestionar”, escucho de una
gestora. “Naranja pura es, proba”, dice una señora visitante a su amiga, se han
sentado en nuestra mesa con plantas y bolsas de alimentos que acaban de comprar
y nos piden sacarles una foto, “que se vea atrás la feria”, indican. Y más
gente se va aprontando a la mesa, en las sillas que los gestores dejaron libres
por irse a atender la actividad y resolver. Un niño se sienta en un suspiro y
le dice a su mamá que lo mira: “¿Qué? Yo también camine una banda”. Y algunos
se paran y siguen recorriendo y otros toman su lugar y así circulan las
comodidades de la feria en el patio matero.
Mafalda (evento promovido y
publicitado) en la muestra del espacio de museo, la feria detrás y ayer tango
en la explanada delantera y arte efímera en una sala aledaña, todo viste la ex Estación
de trenes que fue recuperada por esta gestión y lleva el nombre del prócer Belgrano.
Tal como escribía en 2010, respondiendo a la necesidad de generar más
visibilidad en una cooperativa, sigue siendo clave juntar eventos, habilitar
espacios diferentes, con fines diversos, en la era del humano zapping.
Ya son más de las 17.30. Como primeras
líneas de una cronista que vuelve a andarse sobre pasos nuevos me alcanzan, no
sé si son suficientes, pero sí necesarias para reinaugurar reinventando un
espacio web compartido.
Por Jimena Sol Ancin
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